Los españoles y los tlaxcaltecas supervivientes de la batalla de Otumba fueron muy bien recibidos en Tlaxcala por sus caciques, si bien el hijo de uno de ellos pactó de forma secreta acabar con ellos y entregárselos a los mexicas a cambio de una alianza, pero su maniobra fue descubierta y por ello defenestrado y expulsado del gobierno de Tlaxcala. La desconfianza que ambos pueblos se tení­an estaba demasiado enraizada como para ahora hacer alianzas y planes conjuntos. Si esta treta hubiese salido adelante probablemente habrí­a supuesto el final de la aventura de Cortés y sus hombres en la conquista de México.

Preparativos del contraataque y nuevas alianzas con más ciudades

En Tlaxcala se alojaron y comenzaron a preparar el contraataque contra Tenochtitlán. También realizaron por la zona un trabajo político basado en pedir explicaciones a las ciudades que habían atacado a los españoles y sus aliados ofreciéndoles el perdón si se unían con ellos y se sometían a la soberanía del emperador Carlos.  Si no aceptaban serí­an atacados y hechos esclavos y muchos de ellos sacrificados por los tlaxcaltecas. De esta manera lograron muchas alianzas y más hombres y material.

Al mismo tiempo iban llegando a Veracruz barcos enviados por Diego Velázquez para ayudar al supuesto vencedor de Hernán Cortés, Pánfilo de Narváez. El gobernador de Cuba daba por hecho que Narváez había vencido a Cortés y enviaba refuerzos sin saber que a quién estaba reforzando era al extremeño. También llegaron varios barcos de Francisco de Garay, gobernador de Jamaica, enviando abastos y hombres a Pánuco, en donde se supone que una expedición suya habí­a conseguido establecer un poblamiento pero en realidad habí­a sido un completo fracaso al ser rechazados desde el principio por los nativos.

Se cuidaron mucho de que las verdaderas noticias no llegasen a Cuba y así­ poder seguir aprovechándose de esta situación. De esta manera fueron pertrechando un ejército mejor equipado y con más posibilidades de victoria ante el gran ejército mexica.

La viruela empieza a afectar a los mexicas

Mientras tanto la viruela iba haciendo estragos en muchos pueblos de la zona, una de sus ví­ctimas fue Cuitláhuac, hermano y sustituto de Moctezuma al frente de los mexicas. Fue relevado por Cuauhtémoc, sobrino de Moctezuma, que rápidamente preparó la ciudad de Tenochtitlán para soportar un nuevo ataque.

Cortés y sus capitanes analizaron la situación y estudiaron cómo debí­a ser este nuevo ataque a Tenochtitlán. Era evidente que intentarlo únicamente por las calzadas era un suicidio, el ejército serí­a de nuevo atacado por todos sitios y lanzado al agua, por lo que no quedaba otra opción que hacerlo simultáneamente a través de las aguas de la laguna de Texcoco. Para ello Cortés mandó construir trece bergantines en Tlaxcala con los que poder rodear y sitiar la ciudad, distrayendo así­ fuerzas mexicas y a la vez atacar con la caballerí­a y la infanterí­a por las calzadas que conducen a la gran ciudad mexica.

Una vez tuvieron construidos y probados los bergantines los desmontaron para transportarlos a la ciudad de Tezcuco, situada en las cercaní­as de Tenochtitlán.  El 28 de diciembre de 1520 partieron de Tlaxcala 550 soldados, varios miles de tlaxcaltecas, 40 caballos y 8 cañones pequeños.

Hernán Cortés en Tezcuco

El 30 de diciembre entraron los españoles en Tezcuco, en donde fueron recibidos pací­ficamente por sus caciques, ofreciéndoles toda la ayuda que necesitasen. Allí­ Cortés nombró rey de esta ciudad a un joven prí­ncipe azteca que se habí­a convertido al catolicismo y tomado un nombre español. Comenzaron a montar los trece bergantines con los que sitiarí­an la ciudad.  Los mexicas intentaron desbaratar los planes de los invasores mediante tí­midos y aislados ataques pero poco lograron.

Todo estuvo preparado el 28 de abril de 1521 para entrar en acción para finalizar la conquista del imperio azteca.