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Pedrarias y Balboa

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Actualizado: 11-02-2020
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Uno de los episodios más famosos de la no menos famosa leyenda negra española es el del gobernador Pedrarias al que se acusa de asesino y esclavizador de indios. Todo gracias a las crónicas escritas por el no menos famoso Bartolomé de las Casas, que cuando defendí­a a alguien era capaz de ensalzarlo a los cielos, pero cuando alguien se le cruzaba le convertí­a en el mismí­simo diablo y pasaba a ser el individuo más miserable del planeta.

Dicho fraile dominico se ha convertido prácticamente en el fundador de los derechos humanos por su encarnizada defensa del trato justo a los indí­genas, si bien la historia ha ocultado muy maliciosamente que éste querí­a y exigí­a al rey Fernando sustituir a los nativos por esclavos negros, promocionando con ello el tráfico de esclavos en las islas antillanas. Si bien, hay que reconocer que terminó arrepintiéndose de apoyar algo tan inhumano.

En el caso que nos ocupa el fraile ensalzó la figura de Núñez de Balboa y denigró la de Pedrarias. La realidad es que ya desde el principio de su relación ambos personajes no conectaron bien. De hecho Balboa perdió el cargo de gobernador en manos de Pedrarias lo que pudo generar disputas y animadversión, además de que Balboa, como buen conquistador, no iba a renunciar a cualquier posibilidad que surgiese para hacerse con el cargo de nuevo, por lo que la tensión era patente entre ambos.

A lo largo de los 5 años que coincidieron en el Darién prestando sus servicios a la corona ambos se encargaron de alimentar glorias y leyendas mutuamente, tanto entre sus personas más cercanas como en las cartas y notas que enviaban al rey informándole de las actuaciones de uno mismo y del otro. Por ejempo en carta del 16 de octubre de 1515 dirigida al rey Fernando Balboa acusa a Pedrarias de envidioso, avaricioso y vago y de que a pesar de ser honrado era muy viejo y enfermizo. También le acusaba de no castigar a sus capitanes por su desmanes y por estar más pendiente de sus intereses que los de la corona. El rey rechazó dichas acusaciones y las calificó como inciertas. En otra carta Pedrarias vení­a a decir lo mismo de Balboa: le llamaba codicioso, envidioso y mentiroso.

El asunto es que a la semana de Pedrarias llegar al Darién muchos de los expedicionarios ya estaban enfermos. La mortandad fue tremenda, casi dos tercios de los españoles murieron. Catástrofe aumentada si cabe por la falta de alimentos y el clima húmedo reinante. Muchos de estos colonos solicitaron a la corona salir de allí­ y volver a España o en su defecto ser destinados a Santo Domingo. Para paliar la hambruna se aprobaron licencias temporales para exportar esclavos capturados en acciones bélicas a la isla Española a cambio de comida.

Con la llegada de Pedrarias se produjo un cambio brutal en las relaciones con los indí­genas. Balboa en sus cartas previas al rey habí­a anunciado que la zona estaba prácticamente pacificada llegando a acuerdos y alianzas con los caciques. Pero al llegar la flota de Pedrarias éstos caciques se dieron cuenta de que los extranjeros no vení­an solo a por oro sino a colonizar y quedarse aquellas tierras, por lo que su posición se radicalizó.

A pesar de todos los problemas Pedrarias quiso cumplir con las órdenes reales y envió varias expediciones para rescatar oro y crear nuevos emplazamientos españoles, como fue la del capitán general Juan de Ayora en julio de 1514 al frente de 400 hombres. Pero se encontraron que por casi todos los poblados indí­genas del Darién ya habí­an pasado las expediciones de Balboa y sus hombres. Estos habí­an arramplado con todo el oro por lo que dichas expediciones fueron un absoluto fracaso,  frustrando profundamente a sus capitanes y provocando acciones de venganza contra los caciques locales. Igualmente también buscaron las tan cacareadas minas de oro que Balboa dijo haber encontrado pero tampoco fueron halladas. Incluso algunas de estas expediciones terminaron en tragedia al ser atacadas por los nativos, como ocurrió con una expedición comandada por el sobrino de Pedrarias y Martí­n Fernández de Enciso, que volvieron con la práctica totalidad de hombres enfermos o muertos.

También fueron creadas efí­meras poblaciones en Comogre, Tubanama, Fonseca Dávila y Santa Cruz que resultaron un fracaso absoluto. En ésta última los 80 españoles allí­ establecidos fueron masacrados por los caciques Comogre y Pocorosa y saqueados todos sus suministros.

En el Darién no habí­a ni el oro prometido ni tampoco la paz indí­gena, la situación era insostenible. Como decí­amos, para subsanar estos problemas y tratar de darle razón de ser a la colonia se permitió la venta de esclavos al resto de posesiones españolas pero bajo un estricto control del alcalde mayor y el escribano para evitar abusos. Igualmente Pedrarias instituyó el juicio de residencia de los capitanes ante el alcalde mayor. Juicio que hasta el momento sólo afectaba a gobernadores y cargos polí­ticos.

A pesar de las acusaciones del fraile de que Pedrarias fue un déspota y un tirano éste tuvo que gobernar bajo una fórmula de consenso con otras 4 personas: el obispo Quevedo, el tesorero, el factor y el contador, estructura ideada por el rey católico precisamente para evitar los abusos y los problemas originados por el gobierno de los Colón en la Española y de Balboa en el Darién. Cada decisión u orden debí­a ser consensuada por estos 5 cargos por lo que la toma de decisiones era terriblemente lenta y conflictiva, lo cual redundaba en una mala gestión de los asuntos internos del Darién. Centralismo estatal en su máxima extensión.

En marzo de 1515 Pedrarias esperaba unas aclaraciones por parte del rey para iniciar el juicio de residencia contra Balboa por su actuaciones contra Diego de Nicuesa y Enciso pero lo que llegó fue el nombramiento del descubridor como adelantado del Mar del Sur y la gobernación de Panamá y Coiba, es decir, lo que es toda la costa pací­fica de Panamá. Con ello el rey Católico reconocí­a al descubridor sus méritos por el descubrimiento del nuevo océano y sus tareas de pacificación con los caciques locales pero dicho gobierno debí­a de ser siempre bajo la supervisión de Pedrarias, lo cual le generaba otro problema añadido a éste.

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