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La conquista del Perú (II): Primeras expediciones

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Actualizado: 01-07-2022
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Mapa de los dos primeros viajes de Pizarro hacia el Perú

Como decíamos en el anterior artículo la primera expedición con intención de llegar al nuevo reino aún desconocido fue la de Pascual de Andagoya en 1522. Dicho viaje llegó a subir el río de San Juan (actual Colombia) pero tuvieron que regresar urgentemente a Panamá debido a una accidente del capitán de la expedición.

En 1524 Francisco de Pizarro se asocia con Diego de Almagro y el vicario de Panamá Hernando de Luque además del llamado “cuarto socio” que por motivos desconocidos nunca quiso figurar entre ellos, el Licenciado Espinosa, para organizar una primera expedición hacia los nuevos reinos. Partieron en dos buques pequeños, 112 hombres y 4 caballos en dirección sur capitaneados uno por Pizarro (el Santiago) y otro por Almagro (el San Cristóbal) que partió poco después.

La navegación fue muy dura, los vientos eran contrarios y llovía copiosamente al ser la temporada húmeda. Tocaron en el archipiélago de las Perlas, atravesaron el golfo de San Miguel, el puerto de las Piñas y entraron en el rio Birú, que navegaron durante dos millas. Solo encontraron pantanos, bosques y peñascos. Siguieron navegando en dirección sur quedándose ya casi sin provisiones. Pizarro quería continuar a toda costa pero sus marineros comenzaban a impacientarse y deseaban volver a Panamá a refugio seguro. Finalmente decidieron que uno de los buques volvería a Panamá a por más bastimentos y el otro continuaría su navegación desde el llamado Puerto del Hambre, así llamado por ser aquí donde se dieron los primeros casos de hambre entre la tripulación. Llegaron a un paraje al que llamaron Pueblo Quemado donde se produjeron intensos combates con los nativos con el resultado de varios españoles muertos y Almagro herido en un ojo. Tras estos hechos decidieron regresar a Panamá y empezar a preparar otra nueva expedición.

Los resultados obtenidos en las dos anteriores expediciones castellanas tiraron por el suelo el crédito de posibles inversores en esta segunda expedición.  Sin embargo, con mucha maña y tratando de aprovechar lo máximo posible lo que ya tenían prepararon los dos buques ya utilizados y adquirieron muchas más provisiones. Contrataron al piloto Bartolomé Ruiz de Estrada, hábil marinero de Moguer (Huelva-España) y buen conocedor de las costas panameñas.

En este segundo viaje fueron más afortunados, merced a los reconocimientos practicados por Bartolomé Ruiz. Descubrieron la isla del Gallo y desembarcaron en  la bahía de San Mateo continuando posteriormente por la tierra de Coaque, muy cerca de Quito. Tropezaron con nativos procedentes de Túmbez, al parecer mercaderes y con visos de pertenecer a una civilización ciertamente desarrollada. Llevaban camisetas de algodón y lana, y adornos de oro y esmeraldas. Hicieron grandes ponderaciones de las riquezas de su país y de los tesoros y opulencia de la capital, que se llamaba el Cuzco.

Allí surgieron nuevos problemas de abastecimiento y de falta de soldados por lo que tuvieron que discutir lo que había que hacer y fue entonces cuando por primera vez Pizarro y Almagro discutieron agriamente, incluso llegando a las manos, ya que uno defendía regresar (Almagro) y el otro continuar. Pizarro aún no había asumido que Almagro fuese capitán a su mismo nivel, hecho impuesto por el financiador de la expedición. Al final decidieron que Almagro iría a Panamá a por refuerzos y Pizarro se quedaría en la isla del Gallo a esperarle.

Cuadro de los Trece de la Fama

En la capital de Castilla del Oro la expedición no tenía muchos apoyos, Pedrarias ya no era el gobernador, ahora gobernaba Pedro de los Ríos, que se negó a enviar más pertrechos para la continuación de la expedición, sencillamente envió dos buques al mando del capitán Juan Tafur a recogerlos y traerlos de vuelta. Una vez llegados a la isla del Gallo los marineros se alegraron de poder regresar vivos a tierra segura pero Pizarro no se rindió, exhortó a los sobrevivientes a continuar con él, para ello trazó en la arena de la playa una línea de este a oeste y dijo señalando con su espada: “este es el camino de las penalidades; más por aquí se va al Perú á ser ricos; por allí al descanso, á Panamá; pero á ser pobres: escoged”, y él cruzó la raya. Solo 13 de sus compañeros la cruzaron, fueros los más tarde conocidos como Trece de la Fama, ejemplo y símbolo de arrojo y lealtad.

El capitán Tafur no pudo negarse a dejarlos ahí pero les recomendó ser transportados a la isla de Gorgona en donde no había nativos hostiles como sí había en la isla del Gallo. Allí estuvieron durante 7 meses esperando la llegada del piloto Bartolomé Ruiz que había ido a Panamá con la promesa de volver con nuevos buques y provisiones. Pero tan solo pudo regresar con un buque y lo justo para mantener esa nave, nada de más material para nuevas aventuras, por lo que andaban muy justitos de todo. Era el mes de marzo de 1528.

Embarcaron todos en la nave de Bartolomé Ruiz, excepto dos españoles enfermos que quedaron al cuidado de unos nativos, y tras veintiún días de navegación llegaron a Túmbez en costas peruanas en donde entablaron contacto con una civilización mucho más avanzada que las que habían visto por todo el litoral recorrido y recabaron más información sobre lo que allí había y quienes eran.  Pudieron contemplar la bella ciudad de Túmbez, con sus murallas y bastiones, un templo solar y un pequeño palacio del reyezuelo y una fortaleza militar.

Muy contentos con todo esto siguieron navegando hacia el sur llegando a la isla de los Lobos, Paita y Huanchaco y, finalmente, el río Santa en donde contemplaron la majestuosidad de la cordillera andina a la que Pizarro bautizó como Sierra Morena.  Con estos nuevos descubrimientos y tan magníficas noticias decidieron regresar a Panamá a contar todo lo que habían descubierto y buscar recursos para una nueva expedición. El regreso se inició el 3 de mayo de 1528.



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